- El Instituto Milenio para Investigación del Cuidado, MICARE y Fundación Las Rosas formalizaron un acuerdo para desarrollar estudios y programas que potencien el binomio compuesto por “el cuidador y la persona cuidada”.
Tal como sucede a nivel país, casi un 90% de las cuidadoras en los Hogares FLR son mujeres y un número similar de residentes requieren de su apoyo para realizar sus actividades diarias. Fortalecer ese vínculo, requiere “atender necesidades materiales y de capacitación, además de aspectos sicológicos y emocionales que, en definitiva, los benefician a ambos”, explican expertos.
Un positivo paso en beneficio de las personas mayores de sus Hogares y del país concretó esta semana Fundación Las Rosas al firmar un convenio de colaboración con el Instituto Milenio para la Investigación del Cuidado, MICARE. “Queremos seguir avanzando en la preparación de las cuidadoras, considerando que el perfil de los residentes es cada vez más complejo, con un promedio de 83 años y múltiples patologías ligadas por ejemplo a condiciones físicas y cognitivas difíciles de abordar”, explica el Gerente General de la Fundación, Edgardo Fuenzalida.
A su vez, la directora de MICARE, Claudia Miranda, destacó este acuerdo como “un hito, en la misión compartida de mejorar la calidad de vida de las personas mayores más vulnerables. Al unir nuestras capacidades, lograremos avances sustanciales en el campo del cuidado, a través de proyectos innovadores que sirvan y tengan un valor social para el país”, afirmó.
Junto a la firma del acuerdo, se realizó un conversatorio entre expertos de Instituto Milenio y autoridades de Fundación Las Rosas, sobre los desafíos que el país y los Establecimientos de Larga Estadía de Adultos Mayores (ELEAM) tienen en el cuidado de las personas mayores, destacando temas de prevención familiar, financiamiento de residencias, capacitación para el cuidado o de reconocimiento a la dura labor del cuidador, entre otros.
Para Alejandra Araya, académica UNAB e Investigadora Asociada de MICARE, existen aspectos positivos y complejos en el cuidado, que también nos interpelan a nivel personal. “El cuidado de personas mayores trae asociadas situaciones buenas y otras que nos desafían y que debemos también trabajar; por ejemplo, cómo me conecto yo con la vejez, cómo me conecto con los duelos, que quizá también he tenido a nivel personal, o específicamente cómo me conecto con el cuidado; estos son elementos que nos llevan a conocernos más y también a crecer como personas”, explica la investigadora.
“Por todo esto resulta muy positivo poder investigar las buenas prácticas de cuidado, desde los datos, para luego poder transmitir esas experiencias y que sirvan a otros también para mejorar”, concluye Alejandra Araya.