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Alamiro Garrido, empresario y político maulino, plantea que el Maule debe ser inclusivo para adultos mayores y personas con discapacidad

22/Noviembre/2024

  • Por Alamiro Garrido, empresario y político maulino.

La Región del Maule, reconocida por su riqueza agrícola, tradiciones y paisajes, enfrenta un desafío que no puede seguir siendo ignorado: construir ciudades verdaderamente inclusivas para los adultos mayores y las personas con discapacidad. A pesar de algunos avances, las comunas maulinas carecen de una visión estratégica que garantice espacios accesibles, seguros y funcionales para todos sus habitantes.

La realidad es evidente y preocupante. Muchas comunas presentan un atraso estructural que deja fuera a quienes más necesitan apoyo. Las calles y veredas están plagadas de desniveles y obstáculos que no permiten el tránsito seguro de quienes tienen movilidad reducida. Los espacios públicos, que deberían ser puntos de encuentro y recreación, están diseñados sin considerar las necesidades de nuestros mayores ni de quienes enfrentan barreras físicas. Además, ejemplos específicos revelan una grave falta de planificación inclusiva: colegios que no cuentan con infraestructura adaptada para estudiantes con discapacidad, como rampas, ascensores o baños accesibles; sectores urbanos y rurales donde aún no hay acceso a agua potable ni alcantarillado, afectando directamente a los adultos mayores que no tienen las condiciones básicas para una vida digna.

El transporte público, por otro lado, sigue siendo un símbolo de exclusión. Muchas de las comunas carecen de buses accesibles para personas en sillas de ruedas o con dificultades para desplazarse. En algunos sectores rurales, el acceso al transporte es prácticamente inexistente, obligando a los adultos mayores a depender de familiares o simplemente a quedar aislados. Esta situación no solo refleja carencias en infraestructura, sino una ausencia total de políticas que reconozcan y respondan a estas necesidades.

A esto se suma la exclusión digital y social. Muchos adultos mayores, que crecieron en una época sin tecnologías, no tienen acceso a dispositivos, a Internet o a programas de alfabetización digital que les permitan integrarse a un mundo cada vez más virtualizado. Esta desconexión los aísla, impidiéndoles realizar trámites, mantenerse informados o conectarse con sus familias y comunidades. No se trata solo de un problema técnico, sino de una nueva forma de exclusión que perpetúa desigualdades.

Es urgente proyectar un Maule inclusivo y humano. La autoridad no puede seguir improvisando ni abordando estas problemáticas con iniciativas dispersas o de corto plazo. Necesitamos una planificación estratégica que ponga la inclusión en el centro del desarrollo urbano. Esto implica transformar las ciudades para que sean accesibles y diseñadas para todos. Las veredas deben ser amplias y niveladas, con rampas adecuadas en cada esquina. Los colegios deben ser completamente adaptados para que ningún niño quede excluido de su educación. Las zonas rurales y urbanas deben contar con servicios básicos como agua potable y alcantarillado, porque son derechos fundamentales.

También es necesario cerrar la brecha digital que afecta a nuestros adultos mayores. Crear programas de formación en tecnologías, entregar dispositivos y garantizar conexión a Internet no solo es un acto de justicia, sino una herramienta clave para su integración social y su calidad de vida. Asimismo, las políticas públicas deben construirse desde la participación directa de las personas mayores y con discapacidad. Ellas deben ser escuchadas y consideradas, porque nadie conoce mejor sus necesidades que quienes enfrentan estas barreras diariamente.

Sin embargo, nada de esto será posible si las autoridades no asumen un compromiso real y urgente. Es inaceptable que, en pleno siglo XXI, las comunas del Maule sigan excluyendo a miles de personas que simplemente no pueden acceder ni disfrutar de sus propias ciudades. Las leyes de accesibilidad deben cumplirse y fiscalizarse rigurosamente, pero además debe promoverse una conciencia colectiva sobre la importancia de construir comunidades inclusivas.

Como empresario y político maulino, hago un llamado enérgico a las autoridades y a todos los actores sociales. El Maule tiene todo el potencial para convertirse en un ejemplo de inclusión, pero esto solo será posible si actuamos con decisión y visión de futuro. Nuestras ciudades no deben ser obstáculos para nuestros adultos mayores ni para las personas con discapacidad; deben ser puentes hacia una sociedad más justa y solidaria. No podemos seguir postergando esta deuda. Es hora de actuar, de transformar, y de construir un Maule que sea verdaderamente de todos.

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